Silencios sin objetivo.
Silencios sin objetivo.- Sarah Jamet
Sumisa pero atenta vendí mis pendientes para pagar al verdugo,
él sostenía la cuerda. Mi sonrisa se apagaba, me negaba lo evidente cuando todo
era un negocio, solo necesitaba una pregunta hostil.
-
Ahora dime, ¿cuánto es tu cifra?
Y mi ruina enloqueció. Dando un portazo, saliendo de las
luces, neón y todas sus paradas. Adiós a todos los desconocidos y mi desorden.
Prendo weed por dos solo quiero desconectar, pupilas sin
diámetro para sentirme diferente al resto, una visión borrosa para observar el
universo desde mi terraza y el oxígeno se corta.
Parón. Salgo del patrón, la soledad me mantiene viva y lo
poco que conservo mantiene un valor. El sabio llora por esconder la mejor
versión de mí, pero si algo me queda es lo que escribo. Puede convertirse en
inmortal y es algo que me pertenece.
No lo convertiré en una cárcel por unos fajos, prefiero
perderme en el margen, que me quieras menos que antes. Ódiame, sé feliz y acaba
en mis letras cada puta madrugada.
Corte mis alas por vértigo y ahora no encuentro el aire que
me dé para respirar. Todo empezó como un murmuro y ya no queda ni saliva.
Regresando a dos velas mientras me estrangulan las manos amigas. Predicar la
calle, pero no salen de sus portales. Provocando males desde el lado seguro del
muro. Deseando una vida que no podrán alcanzar. Ni te molestes.
Me perdí en extrarradio buscándome en las expresiones del
resto, intentando encajar cada palabra. Aprendiendo mal y siempre expuesta. Modificando
mi futuro con cerveza bien fría, buscando cada apuesta de sol. Bendita cabeza
mía que no deja de soñar. Entre cicatrices y descalza riego todas las semillas
estelares que siembra mi alma. Un flujo constante de energía libre. Un sol que
calienta y descongela el sufrimiento. Me mantengo el vilo observando el
cañón de tu fusil.
Demandan más y más, pero yo me fui, no me pertenecían tantos
tiros. No me pertenecía el disimular tanta puñalada. No me pertenecía compartir
mi vida a través de la red para despegar mis pies, pero valió la pena el
camino. Siento que con un solo ritmo podría sacar lo más bello de tu último
sollozo.
Y si te digo que no lo pienso y solo vivo, que quiero
reflejarme en tu mirada y mantener la vista. Permíteme sacarte de los pozos del
infierno mientras te cuento lo poco que nos dio aquella vez.
-
La última y nos vamos vida.
He visto a la muerte y le he pedido el tiempo de poder
consumirte como el humo invisible que ahora te mata. Un punto a favor en este
delirio sin testigos.
Mis silencios, mis silencios matan, mis silencios son oleadas
de palabras sin dueño. De rimas sin sueño que esperan su lugar en los ecos del
cantar.
Por verte amanecer vivo en el vértice del límite. Abriendo el
cierre y parando el tiempo. Apareciste rasgando la poca vida que me quedaba.
Polvo a polvo, escoltando todos tus sueños de la ruina. Puede
que te sepa a poco, pero pongo todos mis versos a tu alcance y acaricio mis
suspiros contra tu pecho. Te dejo añadir tus latidos a mis horas. ¿Y si
suspiran tus pupilas con mi aroma?, verás como después de esto acabamos
enamorados e invado de caricias en el aire por esos ojitos de niño, pá que no
dejen de brillar.
Yo estaré preparada para darme de frente y que duela. Antes
de que todo termine tú serás eso que nunca querré terminar. Mientras tanto solo
me persiguen monstruos, unas piedras con tus besos dulces, pero a medias y
llega el autobús…
Se me olvida el miedo, no soy nadie para que me salven, me
limpio las mejillas y sigo como si nada.
Una vez más, mis silencios llegan sin objetivos y se hacen
eco.
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